La soga en casa del ahorcado
El Nacional - Lunes 05 de Septiembre de 2005
Editorial
“Los ricos pudieron salir por sus propios medios, los pobres se quedaron allí aguantando... y ahora es, cuatro, cinco días después, que los están evacuando”...
Había tiempo “de evacuar, si no a todos, al menos a los más pobres, a los que no podían salir de allí por sus propios medios”... “¡Cuantos niños murieron allí, que pudieron haber sido evacuados!”... “¿Cómo es que un gobierno tan poderoso, sabiendo que tiene allí decenas de miles de damnificados, gente muriendo, no activa un plan de rescate?”. Estas palabras del presidente Chávez, pronunciadas en su programa de ayer, no corresponden a un balance de los errores cometidos durante la tragedia de Vargas, pero merecerían serlo.
Si en algo se parecen los presidentes Bush y Chávez, es en su capacidad de sacarle provecho a las tragedias de la guerra o a las catástrofes naturales en función de sus objetivos políticos inmediatos. Por quítame estas pajas, van y se engarzan en un campeonato de acusaciones sobre quién hizo algo malo, o quién lo hubiera hecho mejor, o cuántos pobres murieron por lo que uno de ellos dejó de hacer en su momento.
Sin tomar en cuenta las grandes responsabilidades que sus pueblos han depositado en ellos a través del voto, sin percatarse de que sus electores esperan un comportamiento más juicioso y racional en el desempeño de sus elevados cargos, este par de mandatarios va por el mundo dándose empellones como si fueran niños a la salida de la escuela. Dicho esto, como es lógico, con el perdón de los niños del mundo.
Negándose a reconocer su papel de mandatario, que debe aprovechar las oportunidades para poner en práctica nuestro tradicional espíritu de ayuda incondicional a otros países cuando éstos sufren una catástrofe, el Presidente de la República se dedicó, de una manera imprudente, a criticar al Gobierno de Estados Unidos, con esa obsesión paranoica que le ha inculcado Fidel Castro con respecto al “imperialismo norteamericano”. Poco le faltó para llegar a decir que el huracán Katrina fue fabricado para distraer a la opinión pública estadounidense sobre lo mal que le va a Bush en la guerra de Irak, como si ese descalabro fuera fácil de ocultar.
Lo que a los venezolanos no fanatizados nos llama la atención es que se utilice una tragedia de esa magnitud (en la que se calculan unos 10.000 muertos, superior a los 3.500 del 11S) para atacar públicamente, y a través de los medios oficialistas, a un gobierno con el cual tenemos normales relaciones diplomáticas. Si es que Estados Unidos está preparando una invasión o apoya un magnicidio ¿por qué no se le acusa formalmente ante las instancias internacionales? ¿O es que se trata de una vulgar, además cruel, operación de propaganda en la que quieren involucrar a todo el mundo, como si fuéramos tontos de capirote?
Cuando el presidente Rómulo Betancourt acusó al dictador Chapita Trujillo, de República Dominicana, presentó pruebas válidas e irrefutables ante los organismos internacionales respectivos.
Igual lo hizo en la OEA con Cuba, cuando integrantes del Ejército cubano invadieron Venezuela y dejaron abandonado parte del armamento y el cadáver, flotando en el mar, de uno de los suyos. Nada de propaganda: pruebas y hechos concretos.
En su programa, el jefe del Estado dijo que la mayoría de las víctimas era gente pobre que no se le evacuó a tiempo, y que tampoco fue socorrida por los grupos de rescate. Fue “una tragedia anunciada”, dijo nuestro mandatario, como si la tragedia de Vargas (que todavía seguimos llorando) no hubiera sido súper anunciada, como si aquí se hubieran rescatado a tiempo los damnificados y recuperado todos los cuerpos de las víctimas, como si los diques y terraplenes de la zona en peligro estuvieran construidos ya y no a mitad de camino, como si los puentes no se siguieran cayendo cada vez que llega una vaguada para llevarse a la gente hasta el mar.
Y como si él no se hubiera desaparecido casi 2 días cuando lo de Vargas, al igual que Bush ahora con la tragedia de Nueva Orleans. Pero al menos el mandatario estadounidense tiene la ventaja de contar con el apoyo de dos ex presidentes (Bill Clinton y Bush, padre) quienes han acudido a la Casa Blanca a dar la cara por su país.
El Presidente de la República denunció que las autoridades de Estados Unidos sabían “que Nueva Orleans está por debajo del nivel del mar”. Dijo que el huracán era capaz de levantar olas de 9 metros y que eso ya era una advertencia suficiente.
“Yo lo vi en CNN”, reconoció. Pues muy mal hecho porque debió verlo por Telesur.
Monday, September 05, 2005
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