Las grupos gaiteros silenciaron sus ánimos de protesta
Los intérpretes prefieren letras jocosas, alejadas de los temas políticos, para evitar la censura
ANDREÍNA MARTÍNEZ SANTISO
anmartinez@el-nacional.com
Con mucho pesar, lo admiten.
"Ya no hacemos gaitas de protesta", dicen varios de los líderes de las agrupaciones del género musical que reina especialmente durante la temporada decembrina en el país.
Ahora, los conjuntos optaron por cantarle a la Navidad o a situaciones humorísticas, antes que alzar sus voces para referirse abiertamente a temas políticos, como lo hicieron durante muchos años.
"La Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión prohíbe letras de protesta, de doble sentido, así que no las emiten en la radio. Si las emisoras no las difunden, entonces no recibimos ganancias", expresa Álvaro "Cuchillo" Durán, director de Melody Gaita, agrupación que calentó la sangre de Jaime Lusinchi con el tema "La gata blanca".
Con dolor, el músico acepta que por ese motivo este año lanzaron un tema jocoso, "La gallina vieja", que no tiene nada que ver con política. "La última canción que hicimos reflexiva fue `¿Por qué?’, que denunciaba la inseguridad en el país. No mencionábamos directamente al Gobierno, sino que la indiferencia no siguiera matando a la gente de esa forma. El tema estuvo sonando en la radio. Me llamó el director de una emisora, me dijo que lo estaban presionando y que tenía que cambiar la canción para evitar sanciones. Lo único que te puedo decir es que la reemplazamos por `La cola’, que habla del tráfico".
–¿Siente que las agrupaciones se censuran?
–Sí, porque los temas no pueden ser colocados en las emisoras. En vivo sí, pero en la radio no. Eso nos afecta en el sentido de que no podemos protestar por lo malo. Ahora no podemos poner nuestro granito de arena como lo hacíamos antes, musicalmente, como eco del pueblo.
El líder de Maragaita, Javier León, coincide con Durán en que es riesgoso componer canciones de protestas porque las pueden vetar en la radio. "Muchas agrupaciones y compositores tienen temor a ser repelidos. El panorama ha cambiado desde que se aprobó la ley. Sólo 1% de las gaitas que han salido son reflexivas, porque hay agrupaciones que de por vida son protestonas y se lanzan al ruedo".
Uno de esos grupos es Barrio Obrero de Cabimas, que dice ser el único conjunto de gaitas que no ha bajado la lírica. De hecho, grabaron este año "¿Dónde queda eso?", una canción que en cada estrofa se pregunta dónde hay alimentos, seguridad y justicia.
El autor de la letra y director del grupo, Alejandro "Nano" Silva, señala que el tema de la gaita está basado en la fantasía, que no quieren sectorizar la protesta, sino hacerla universal para que la canción tenga vigencia con cualquier gobernante que no escuche a la población.
"Hemos sido un grupo protestatario en los 53 años que tenemos de fundados, siempre hemos grabado sin importar colores. Por ejemplo, en 1989 lanzamos `Un ojo dimos’, sobre el caso de Carlos Andrés Pérez. Fue un tema que movió a toda Venezuela.
Los esfuerzos se pierden cada vez que nos vetan. Hemos llegado a hacer promoción a emisoras que tienen tachada la canción. La protesta es importante porque ése es el origen de la gaita, su esencia. Un ejemplo claro es `La grey zuliana’, de Ricardo Aguirre, el himno de los gaiteros. Todos los años hemos sacado un tema de protesta y lo seguiremos haciendo", indica.
El músico Ricardo Portillo, que desfiló por grandes agrupaciones como Rincón Morales, Guaco, La Colmena, La Nueva Era y Cardenales del Éxito, afirma que el ánimo de los compositores es el mismo: "Tengo una cantidad de gaitas de protesta, pero no las grabo.
Creo que hay una autocensura. Los tiempos han cambiado. Las emisoras tienen miedo a que las cierren. Así que, si sólo vamos a sonar tres meses en la radio, las hacemos ligeritas".
"El tema `A quien pueda interesar’ lo escucha todo el mundo por Internet y lo tienen en los celulares, pero en la radio no suena. Lo promocioné en las emisoras y algunas lo colocaron. Explicaba la visión que había en Venezuela. En la cuarta república había una rivalidad sana, no como ahora que hay una división", dice Portillo.
Silva considera que el silencio de los grupos gaiteros va a afectar el panorama del género. "Definitivamente, va a dejar una marca, quizá no de manera importante porque hay otras vías musicales que están penetrando la gaita, como el merengue, la salsa, el reguetón, incluso el vallenato. Sé que los grupos están buscando cautivar al público juvenil y por eso se dedican más a temas del amor. Al protestar, hablas de las cosas íntimas del país y no lo puedes internacionalizar tanto. Eso le ha dado menos importancia a lo que es la protesta en la gaita. Pero, como tradicionalista, pienso que sí va a tener su impacto".
Sunday, November 23, 2008
Friday, November 07, 2008
Ganó la inteligencia
La victoria de Obama es el revés más grande que ha sufrido la anti-política y el anti-intelectualismo que dominan el mundo, de los que Berlusconi, Sarkozy y Chávez son los más dignos representantes
Paula Vásquez Lezama
París/Francia
Para Natacha Gómez
La frase no es mía sino de una crónica de Vittorio Zucconi del diario La Repubblica de Roma que celebra el triunfo del candidato demócrata el 4 de noviembre. Los lectores franceses de Le Monde manifestaban algo parecido en el sitio web del diario, pero de manera bastante menos elegante: "¡Con este triunfo, Sarkozy se ve más viejo y más bruto!". Y es que el triunfo de Barack Obama es el revés más grande que hayan sufrido la anti-política y el anti-intelectualismo que dominaban –y dominan, por supuesto– la escena política global, de los que Berlusconi y el Presidente francés son los más dignos representantes en Europa y el Presidente venezolano es el mejor exponente en América Latina.
Anti-intelectualismo reivindicado por George W. Bush y sus seguidores cuando hacían alarde de que el Presidente hablaba mal y no tenía libros. Y es que, quizás, una de las características más brutales de este momento histórico es que muchos ciudadanos de regímenes democráticos se disgustan cuando un político "habla como un intelectual" y elabora oraciones con más de dos frases subordinadas. Me atrevo entonces a afirmar que, por una parte, la victoria de Barack Obama nos dice que todavía es posible hacer política expresando ideas complejas, debatiendo y desarrollando el arte de la argumentación. Que todavía un profesor universitario de derecho constitucional puede hacer política y devolverle su nobleza a tan vilipendiado arte. Que una primera dama puede ser abogada, tener un humor sarcástico y puede tener un PhD en sociología.
Por otra parte, la victoria de Obama es el triunfo simbólico de la diversidad, de los hijos de madres solteras, de las familias atípicas, de los diferentes, de los que portan un nombre "raro" (un funny name, como decía un camionero de Texas), de los que piensan distinto y eran vilipendiados en cualquier reunión pública o privada al expresar dudas acerca de la eficacia de la guerra en Irak para combatir el terrorismo.
El domingo pasado el presidente Chávez se dirigía a Obama recordándole la responsabilidad que tenía en tanto que "hombre negro", cayendo así en la trampa del esencialismo racial que justamente el futuro Presidente de los Estados Unidos ha combatido con tanta justicia y justeza. Obama encarna y su discurso es el vehículo de la posibilidad de ir más allá de una de las fracturas originarias de la nación norteamericana: la esclavitud y la segregación racial. El discurso de Chávez, esencialista por antonomasia, se queda anclado en esa fractura, está y siempre estará por lo visto, preso en ella. Obama demuestra que es necesario y posible superarla, a punta de talento y de posturas humanistas y universales.
Así que los que crean que Obama está allí "porque es negro" se equivocan. Barack Obama está allí porque convenció y eso no lo hace el color de la piel. El triunfo de Obama es un acto político que trasciende la esencia racial, que empieza con la reivindicación de la herencia de Martin Luther King y de Rosa Parks, ciertamente, pero que no se queda en ella. A propósito, ojeando la prensa mundial a vuelo de pájaro, llama la atención particularmente que en dos ciudades del planeta no hubiera manifestaciones de júbilo por el triunfo de Obama: Moscú y Caracas. Rusia ya había anunciado que continuaría con una postura hostil, ganara quien ganara. En cuanto a Caracas, salvo este diario, la actitud de los medios y de la calle pareciera estar marcada, en el mejor de los casos, por la displicencia; en el peor, por la indiferencia. Mientras las grandes ciudades del mundo festejaban, Caracas estaba tan triste como las afueras de Dallas.
¿Consecuencia, quizás, del prisma de la polarización que nos arrastra a un punto ciego –la identificación absurda de Chávez con Obama, por un lado, y el despecho de haberse quedado sin enemigo por el otro– que nos lleva a darle la espalda a un acontecimiento después del cual nunca nada será igual? Y esta vez, por una vez, para bien.
Evidentemente, llegará el fin de la "Obamanía", de la luna de miel y el capital político del Presidente recién elegido disminuirá por el solo trajín de gobernar una nación sumida en una crisis económica y social profunda. Pero, lo que hay que celebrar hoy es que el triunfo de Obama es la derrota del maniqueísmo, de la simpleza, de las soluciones únicas, unívocas y unilaterales de los conflictos que asolan a la humanidad. ¡Felicitaciones!
Paula Vásquez Lezama
París/Francia
Para Natacha Gómez
La frase no es mía sino de una crónica de Vittorio Zucconi del diario La Repubblica de Roma que celebra el triunfo del candidato demócrata el 4 de noviembre. Los lectores franceses de Le Monde manifestaban algo parecido en el sitio web del diario, pero de manera bastante menos elegante: "¡Con este triunfo, Sarkozy se ve más viejo y más bruto!". Y es que el triunfo de Barack Obama es el revés más grande que hayan sufrido la anti-política y el anti-intelectualismo que dominaban –y dominan, por supuesto– la escena política global, de los que Berlusconi y el Presidente francés son los más dignos representantes en Europa y el Presidente venezolano es el mejor exponente en América Latina.
Anti-intelectualismo reivindicado por George W. Bush y sus seguidores cuando hacían alarde de que el Presidente hablaba mal y no tenía libros. Y es que, quizás, una de las características más brutales de este momento histórico es que muchos ciudadanos de regímenes democráticos se disgustan cuando un político "habla como un intelectual" y elabora oraciones con más de dos frases subordinadas. Me atrevo entonces a afirmar que, por una parte, la victoria de Barack Obama nos dice que todavía es posible hacer política expresando ideas complejas, debatiendo y desarrollando el arte de la argumentación. Que todavía un profesor universitario de derecho constitucional puede hacer política y devolverle su nobleza a tan vilipendiado arte. Que una primera dama puede ser abogada, tener un humor sarcástico y puede tener un PhD en sociología.
Por otra parte, la victoria de Obama es el triunfo simbólico de la diversidad, de los hijos de madres solteras, de las familias atípicas, de los diferentes, de los que portan un nombre "raro" (un funny name, como decía un camionero de Texas), de los que piensan distinto y eran vilipendiados en cualquier reunión pública o privada al expresar dudas acerca de la eficacia de la guerra en Irak para combatir el terrorismo.
El domingo pasado el presidente Chávez se dirigía a Obama recordándole la responsabilidad que tenía en tanto que "hombre negro", cayendo así en la trampa del esencialismo racial que justamente el futuro Presidente de los Estados Unidos ha combatido con tanta justicia y justeza. Obama encarna y su discurso es el vehículo de la posibilidad de ir más allá de una de las fracturas originarias de la nación norteamericana: la esclavitud y la segregación racial. El discurso de Chávez, esencialista por antonomasia, se queda anclado en esa fractura, está y siempre estará por lo visto, preso en ella. Obama demuestra que es necesario y posible superarla, a punta de talento y de posturas humanistas y universales.
Así que los que crean que Obama está allí "porque es negro" se equivocan. Barack Obama está allí porque convenció y eso no lo hace el color de la piel. El triunfo de Obama es un acto político que trasciende la esencia racial, que empieza con la reivindicación de la herencia de Martin Luther King y de Rosa Parks, ciertamente, pero que no se queda en ella. A propósito, ojeando la prensa mundial a vuelo de pájaro, llama la atención particularmente que en dos ciudades del planeta no hubiera manifestaciones de júbilo por el triunfo de Obama: Moscú y Caracas. Rusia ya había anunciado que continuaría con una postura hostil, ganara quien ganara. En cuanto a Caracas, salvo este diario, la actitud de los medios y de la calle pareciera estar marcada, en el mejor de los casos, por la displicencia; en el peor, por la indiferencia. Mientras las grandes ciudades del mundo festejaban, Caracas estaba tan triste como las afueras de Dallas.
¿Consecuencia, quizás, del prisma de la polarización que nos arrastra a un punto ciego –la identificación absurda de Chávez con Obama, por un lado, y el despecho de haberse quedado sin enemigo por el otro– que nos lleva a darle la espalda a un acontecimiento después del cual nunca nada será igual? Y esta vez, por una vez, para bien.
Evidentemente, llegará el fin de la "Obamanía", de la luna de miel y el capital político del Presidente recién elegido disminuirá por el solo trajín de gobernar una nación sumida en una crisis económica y social profunda. Pero, lo que hay que celebrar hoy es que el triunfo de Obama es la derrota del maniqueísmo, de la simpleza, de las soluciones únicas, unívocas y unilaterales de los conflictos que asolan a la humanidad. ¡Felicitaciones!
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