Thursday, December 01, 2005

Postpone the elections

Petkoff editorial today


¡POSPONGAN LAS ELECCIONES!


Mas allá de la opinión personal que se pueda tener sobre la forma como se ha producido el retiro de los partidos opositores, lo cierto es que se ha creado una situación política de cuyas consecuencias nadie puede sentirse ajeno, y mucho menos el gobierno. El retiro masivo de los partidos de oposición y la magnitud de la abstención prevista son síntomas de un sistema político enfermo. La acumulación de triquiñuelas y abusos de poder por parte de las autoridades electorales y del gobierno condujo a un espontáneo rechazo del instrumento electoral.

Sencillamente, una parte considerable del país no confía en el sistema electoral ni en el CNE. La supresión de las captahuellas, que en el fondo constituyó un gran logro en el camino de adecentar el sistema electoral, produjo, sin embargo, el efecto paradójico de demostrar que en los últimos comicios habían sido utilizadas tramposamente. El CNE y el sistema electoral quedaron de pronto desnudos ante el país. La abstención como respuesta recibió un poderoso impulso. El gobierno no puede minimizar el tamaño de la crisis política que se ha suscitado y en sana lógica, por el bien de la democracia, está en el deber de contribuir a encontrar una solución democrática y consensual a esta difícil situación.

Lo lógico sería posponer las elecciones por un lapso prudencial, para abrir un compás de conversaciones entre todos los actores políticos con vistas a superar las visibles deficiencias del sistema electoral. La negativa a entregar el REP a los partidos políticos constituye una arbitrariedad inaceptable que debe ser corregida. Las inefables “morochas”, cuya inconstitucionalidad hasta el propio presidente del CNE admitió, deben ser prohibidas. Las captahuellas tienen que ser definitivamente proscritas y de las máquinas debe eliminarse cualquier posibilidad de que mediante ellas pueda vulnerarse el secreto del voto. En fin, se trataría de avanzar aún más en el proceso de conversaciones que se desarrollaron entre los partidos y el CNE y que condujeron a algunas importantes modificaciones en el dispositivo electoral, pero que, a la postre, resultaron insuficientes ante la sospecha, por ejemplo, de que detrás de la negativa a entregar el REP se esconde alguna artimaña.

Unas elecciones con la ausencia de la oposición y con una fuerte abstención no convienen a nadie, y menos que a nadie al propio gobierno, el cual debería evaluar seriamente el efecto antidemocrático, nacional e internacional, del copamiento total de la Asamblea Nacional, en medio de una fuerte ausencia de electores. Una Asamblea monolítica no es democrática ni es revolucionaria; nadie en el mundo la tomaría por tal. El gobierno no podría argüir que no fue su culpa porque ha sido un encadenamiento de abusos y atropellos electorales, a los cuales no fue ajeno, lo que llevó a la actual situación.

El año 2000 fueron pospuestas las elecciones por razones técnicas. Hoy, la gravedad de la crisis política abierta aconsejaría, con mayor razón, una postergación. Este no es un momento para la arrogancia sino para la sensata búsqueda de soluciones. El gobierno se siente muy seguro de su victoria electoral. Si es así, obténgala pues, pero en buena lid.