Friday, August 04, 2006

No más polarización, Tarek

No más polarización, Tarek

Milagros Socorro
El Nacional, Thursday August 3

En un aviso publicitario, incluido en la edición del pasado jueves de este diario, el titular del "gobierno revolucionario de Anzoátegui", Tarek William Saab, convocó a una concentración y marcha en Puerto La Cruz "contra la agresión israelí al pueblo del Líbano".

Sin ahorrarse exageraciones ni detenerse a mencionar los antecedentes de los hechos aludidos (por ejemplo, no nombra en absoluto a Hezbolá ni su participación en lo que sin duda es una tragedia y un horror que clama al cielo), Saab usa el dinero de la Gobernación para atribuirse el deber de evitar un nuevo Auschwist (y no Auschwitz, forma correcta de escribir el nombre alemán de la localidad polaca de Ozwiecim, en Polonia, donde los nazis establecieron su mayor campo de concentración en 1940, y de exterminio a partir de 1942; y donde fueron asesinadas alrededor de un millón y medio de personas) en los territorios del sur del Líbano.

Pero no es, desde luego, un error en la escritura de una palabra ­un cuando está usada con la intención de sacar de quicio la situación descrita­ en lo que vamos a detenernos. Finalmente, Tarek William Saab es el poeta de la revolución, no su corrector de estilo.

LO GRAVE DE GESTOS Y DECLARACIONES COMO LOS DEL GOBERNADOR DE ANZOÁTEGUI ES EL AFÁN DE INVOLUCRAR A VENEZUELA en conflictos que nos competen desde una perspectiva humanitaria pero en los que no deberíamos tener más intervención que la de procurar su cese. No tomando partido ni mucho menos comprometiendo al país en un problema del que no vamos a sacar nada bueno y que podría arrastrarnos a una confrontación de riesgos incalculables.

Lo otro es que así como Saab afirma, con toda razón, que somos "un pueblo amante de los más altos valores del ser humano, que ha acogido en su territorio con respeto y cariño a los ciudadanos árabes", debe tener en cuenta que también hemos recibido inmigración judía proveniente de muchos países del mundo, que también son venezolanos y han hecho importantes aportes a la nación. Eso es lo que cuenta para nosotros, el hecho de que tenemos nacionales de proveniencia árabe y judía, lo que constituye un honor para Venezuela; y que tanto unos como otros han dado hijos al país, han fundado instituciones, han inscrito sus nombres en la cultura nacional, viven entre nosotros y tienen sus muertos plantados en el mismo territorio.

A la hora de fijar posición públicamente con respecto a un enfrentamiento que involucra a diversas fuerzas extranjeras, el funcionario local debería atender al hecho de que sus declaraciones podrían trasladar a la colectividad nacional un factor de polarización ­otro­ de riesgosas consecuencias e innecesarias implicaciones. ¿En qué pueden beneficiarse las víctimas libanesas de la movilización convocada por el mandatario regional anzoatiguense? No se me ocurre cuál puede ser el alivio que esto puede traerles. Pero es muy fácil calcular el agravio que puede traducir esta manifestación de Saab para compatriotas que tienen de esta situación una lectura diferente. ¿Para qué lo hace? ¿Precisamente para eso, para introducir nuevos elementos de polarización, más encono, para ampliar las zonas de des encuentro interno? Me parece muy grave y perverso.

PUESTO A DENUNCIAR INJUSTICIAS, TAREK SAAB TIENE EN EL MISMO GOBIERNO DEL QUE FORMA PARTE TERRIBLES ACCIONES a las que bien podría apuntar su voz desaprobadora. Saab dice que Venezuela ha recibido inmigración árabe, que, repito, ha sido una bendición para nuestro país. Pero resulta que en la actualidad hay muchas naciones, incluso árabes, a los que han llegado venezolanos que tuvieron que dejar su país al ser despedidos de la industria petrolera y luego perseguidos por el Gobierno nacional, que impuso a las operadoras la prohibición de darles empleo so pena de verse restringidas en sus actividades y afectadas de muchas maneras.

Expulsados de su trabajo y enteramente imposibilitados de conseguir otro en su especialidad, porque el Gobierno se ha asegurado de que nadie les dé colocación, muchos ex trabajadores de Pdvsa han respondido a las ofertas de empleo de compañías petroleras de todo el planeta, con lo que éstas se han beneficiado de la ingente inversión que hizo el país para formarlos y mantenerlos actualizados. Y al tiempo que esas compañías extranjeras y esos países reditúan esa ganancia, nosotros nos vemos desmedrados al perder la experiencia y los saberes de esos compatriotas; además, por supuesto, del desgarramiento personal que ha supuesto para ellos y sus familias el verse extrañados de su medio, ante la insensibilidad de quienes meten la mano en las finanzas públicas para financiar avisos en los que hacen "uso del ejercicio pleno de la justicia".

NO HABLAREMOS DE GENOCIDIO NI VAMOS A COMPARAR ESE CRIMEN CON BIRKENAU. Pero sí insistiremos en que antes de señalar los errores de los demás, miremos los horrores que hemos cometido en el propio patio, los que hemos auspiciado y permitido. Porque es el caso que aquí se despidieron 18.000 trabajadores de la estatal petrolera, con un antecedente muy concreto, que fue la huelga convocada con base en el artículo 350 de la Constitución nacional, que permite desconocer "cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos"; y había para el momento una circunstancia a la que podía aplicársele ese principio. Y a tres años de ese atropello, no se les han devuelto sus ahorros ni se les han cancelado sus prestaciones sociales, que, según la legislación vigente, son inalienables. ¿Ha dicho algo de esto el gobernador "comprometido en la defensa de los derechos humanos"?

Y podríamos espigar muchas otras injusticias perpetradas por el Gobierno que integra el bardo oficial. Nos limitamos a recordar el drama de los petroleros expulsados de sus puestos de trabajo y, de paso, de su país, porque algún día se hará el juicio de estos hechos y entonces todos esos comunicados que lamentan las monstruosidades cometidas del otro lado del mundo serán leídos como pantomimas que intentaban ocultar las que consuetudinariamente tienen lugar aquí mismo, contra venezolanos y contra las tradiciones de Venezuela.