An interview of Carlos Fuentes
Chávez es un fascista, un fenómeno pasajero
El escritor mexicano Carlos Fuentes trata la actualidad latinoamericana; detesta a Hugo Chávez, ironiza sobre Néstor Kirchner, elogia a García Márquez y pondera a ex presidentes como Clinton, Lagos y Cardoso. Considera que el desafío de la democracia actual consiste en emplear sus instrumentos para crear una nueva situación de desarrollo que beneficie a las grandes mayorías
Hugo Alconada Mon La Nación CIUDAD DE MÉXICO
El ventanal del living da al jardín. Un banco de m a d e r a , cinco macetas, dos gallos de loza y una aborigen de cerámica, tamaño natural, se reparten entre el verde de las plantas y el césped, y el amarillo terroso de las paredes. Carlos Fuentes vive seis meses aquí, a 30 minutos del centro de la ciudad, y otros seis meses en Londres. "Acá se vive la novela y allá se escribe.
No se puede vivirla allá ni escribirla acá", explica con una sonrisa. A los 77 años, el autor de La muerte de Artemio Cruz y Aura está por lanzar una nueva novela y se prepara para escribir otra, cuya idea central calla.
Comenta, en cambio, que con la crisis "Argentina vio su propio rostro", alejado de los sueños europeístas. "Buena falta que les hace a veces a los argentinos ese cachetazo, ese saber que viven en América latina." -Su personaje María del Rosario Galván, en La silla del águila, dice que la política es el arte de la mentira. ¿Eso se agudizó? -La mentira es inherente a la política. El político que es totalmente sincero va al fracaso.
Tiene que disimular, crear una ficción en la que debería haber verdad. Y los escritores tenemos que crear la ficción para encontrar la verdad de lo que pasa.
¡Pero cuidado, tampoco se vale llevar la ficción a la política! (Ríe). ¡Ése es nuestro territorio! ¿Sabe que ése es el libro de cabecera de Michelle Bachelet? Ella lo ha dicho. Debe de ser un libro que ella lee para saber qué no debe hacer (ríe). ¡Es un prontuario de lo que no debe hacerse en política! -¿Ve mucho realismo mágico en la política de América Latina? -Mire, me dice García Márquez que cuando no entiende lo que pasa en México, y eso le pasa a menudo, y a mí también, se va al Museo de Antropología y se para frente a la estatua de la diosa azteca Coatlicue. Es una diosa sin cabeza, hecha de serpientes y de calaveras. Los dioses mexicanos dicen: "No somos humanos. No nos parecemos a ustedes. Miren: calaveras, serpientes, manos laceradas, figuras sin cabezas". Y así logra García Márquez entender la realidad mexicana. -La pobreza y la inseguridad son, usted ha dicho, los mayores problemas de México. También son los de América Latina.
¿Cómo solucionarlos? -En toda América Latina hemos construido una economía desde arriba, con inversiones extranjeras y nacionales y actividad de la sociedad civil, pero se ha rezagado a la enorme mayoría de la gente. Y es esta gente la que dice: "¡Qué bonita discusión, qué bien los partidos políticos y la democracia! Pero ¿qué voy a comer? ¡Quiero trabajo!". Ése es el desafío de la democracia actual en América Latina: emplear los instrumentos de la democracia para crear una nueva situación de desarrollo para las grandes mayorías de un continente en el que 50% de la población vive en diversos grados de miseria. Eso lo dice claramente Carlos Slim, empresario y magnate mexicano, que sabe de lo que habla: "Con miseria no hay mercado". -¿Eso explica la tendencia a la izquierda en América Latina? -Mucho. Es una exigencia de cumplir con una agenda que hasta ahora se ignoró. -¿Con qué referentes políticos se siente más cómodo en América Latina? ¿Ricardo Lagos? ¿Álvaro Uribe? ¿Lula da Silva? -Ricardo Lagos, Fernando Henrique Cardoso, Felipe González, Lázaro Cárdenas, Franklin Roosevelt, John Kennedy y Bill Clinton. Creo que a Clinton lo extrañamos más que nunca.
Imagínelo comparado con Bush, un gran incapaz. A Clinton lo considero uno de los hombres más inteligentes que conozco. Una vez nos dio una clase de literatura a García Márquez y a mí. No conozco demasiados políticos que sepan recitar el monólogo de Benjy, de El sonido y la furia, de William Faulkner. Kirchner no sabe ni el Martín Fierro, ¿verdad? (Se ríe). -¿Qué piensa de Chávez? -No es un izquierdista. Es un fascista, engañador, un fenómeno pasajero. Está arruinando a Venezuela, está mal empleando el dinero del petróleo. Se le caen las carreteras principales del país. Es un demagogo, una especie de loro tropical. Intenta acabar con los restos de la democracia venezolana. Se benefició del vacío que dejaron los partidos políticos, pero será desalojado por la sociedad venezolana misma, a la que respeto mucho y a la que no imagino gobernada por este gorila para siempre. -¿Y el presidente Kirchner? -Es un gobernante elegido democráticamente. Argentina es, después de México y junto con Chile, uno de los tres países que más quiero. A Argentina siempre le deseo lo mejor. Y Kirchner está sujeto a leyes democráticas. Todavía no veo que esté minando las leyes que lo llevaron al poder. Espero que con todos los matices propios de su personalidad sepa respetar las leyes y estructuras que con tanto esfuerzo alcanzó el país.