Tuesday, September 26, 2006

Ya que estamos en lo del machismo, hablemos de Irán

MILAGROS SOCORRO
El Nacional, September 24, 2006


Como viene haciéndolo en diferentes foros, el presidente Chávez denunció, en la reciente Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, que el capitalismo y la Iglesia Católica son machistas. Tiene mucha razón. Pero cabe preguntarse si tan loable bandera ondeó en las conversaciones sostenidas con el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, quien estuvo hace unos días en Caracas, donde fue tratado a cuerpo de rey y no fue perturbado ni siquiera por alguna organización de mujeres que se plantara para protestar por la situación de subordinación en que se encuentran las iraníes.

En marzo de este año, unas 1.000 mujeres se congregaron en Teherán para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. Era una manifestación pacífica, de ciudadanas sentadas entre pancartas, donde podía leerse: "La discriminación contra las mujeres es un abuso contra los derechos humanos", y "Las mujeres exigen sus derechos humanos". De pronto, según dice el informe de Amnistía Internacional, "llegaron al parque varios autobuses cargados de policías y miembros de la milicia Basij vestidos de civil, así como agentes especiales antidisturbios pertenecientes a la Guardia Revolucionaria Islámica. Grabaron y fotografiaron a las mujeres manifestantes y a continuación ordenaron que se disolvieran, con el argumento de que no habían recibido autorización oficial".

Como las manifestantes no acataron la orden y, más bien, una de ellas leyó una declaración donde reivindicaban más derechos para las mujeres, los uniformados cargaron contra ellas, les cayeron a golpes y las rociaron con gases lacrimógenos. Entre muchas otras, la poeta feminista Simin Behbehani, de avanzada edad y con problemas de vista, recibió rolazos y patadas por parte de agentes de seguridad. Estos atropellos se repetirían en junio.

Es de lamentar que el presidente Ahmadineyad no hubiera dado una rueda de prensa a la que se hubiera permitido la asistencia a periodistas de medios no oficiales, porque habría sido muy pertinente preguntarle ¿por qué protestan esas mujeres, aún a riesgo de ser pasadas a plan por la policía?

Yakin Ertuk, relatora especial de la ONU sobre la violencia contra la mujer, afirmó hace pocos meses que en Irán las mujeres sufren dis criminación en la legislación, "a causa de disposiciones discriminatorias contenidas en los códigos civil y penal y por culpa de defectos en la administración de justicia". Y no es sólo que pese sobre ellas la prohibición de concurrir como candidatas a la Presidencia, interdicción establecida en la Constitución de Irán, porque, como ha declarado el gran ayatollah Nasser Makarem Chirazi: "Las experiencias vividas en el mundo entero nos enseñan que los hombres están mejor cualificados para asumir esta responsabilidad". Total, un cargo de tanta estatura sólo podría ser aspirado por mujeres muy educadas, podría decirse, pues, que la prohibición no afecta a la gran mayoría de ellas. Pero es que en ese país existe una Policía de la Moralidad, especializada en perseguir a las mujeres que no lleven puesto correctamente el velo o que muestren partes de su cuerpo, porque van con túnicas demasiado cortas para las normas islámicas al uso.


¿El negro o el azabache?


En Irán el velo es obligatorio para todas las mujeres, nacionales o extranjeras, que vivan allí. Esto implica que deben llevar el hiyab (cobertura islámica) o el tradicional chador, un manto, generalmente negro, que cubre el cuerpo de la mujer de la cabeza a los pies.

La que incumpla esta norma se expone a ser detenida, fichada y obligada a asistir a un curso sobre moral islámica que, si lo dan por visto, puede acarrearles pena de cárcel.

Paradójicamente, la obligatoriedad de llevar el chador, que no existía en la etapa de los sha, ha sido capitalizada a favor de las mujeres, porque esto ha disminuido la resistencia del clero y de sus familias a permitirles el acceso a la educación y al trabajo. Es decir, si están tapadas, pueden ir ¡pero mucho juicio! Éste es un rasgo muy elocuente de una sociedad donde, a pesar de disfrutar de mayores libertades que en otros países islámicos, las mujeres aún son legalmente ciudadanas de segunda: si están casadas, necesitan el permiso escrito de sus maridos para trabajar o viajar al extranjero. Reciben la mitad de las herencias que sus hermanos varones. No pueden ser juezas. En los tribunales, su testimonio vale la mitad que el de un hombre. En casos de compensación, su vida se valora también en la mitad. No pueden solicitar el divorcio y una vez separadas legalmente no pueden obtener la custodia de los hijos hasta que éstos cumplen siete años. Los hombres pueden tener más de una esposa pero ellas no pueden tener varios maridos. Si un hombre mata a su mujer porque ésta le es infiel, no recibe castigo. Incluso la admisión de mayoría de edad beneficia a los hombres: una niña de nueve años es considerada adulta y, por tanto, capaz de casarse.


Son las seis; pa’ su casa
Es cierto que las mujeres iraníes han llegado a la universidad, y en la actualidad constituyen más de la mitad del alumnado. Pero también lo es que deben ir con los trajes reglamentarios y ocupar los últimos asientos en las aulas, porque los primeros están reservados para los hombres, lo mismo que en el metro y en los autobuses.

En el año 2003, Ahmadinejad fue designado alcalde de Teherán e inmediatamente mandó cerrar restaurantes de comida rápida; expurgó los programas culturales de eventos "no islámicos", lo que implicó la cancelación de conciertos y representaciones teatrales; convirtió las galerías de arte en salas de oración durante el mes sagrado del Ramadán; y llegó hasta a imponer el uso de ascensores por separado, según los géneros, en los sitios de trabajo. Por suerte, no prosperó su propuesta de convertir los parques céntricos en mausoleos para los restos de los caídos en la guerra con Irak (1980-1988).

Ya en la presidencia de Ahmadinejad (llegó en junio de 2005), éste anunció que las mujeres tendrían la oportunidad, por primera vez, de acudir a los estadios de fútbol para ver los partidos. Pero no había terminado de decirlo cuando los clérigos le estaban diciendo que ni hablar del peluquín. Lo que sí logró fue imponer la finalización de la jornada laboral femenina a las seis de la tarde para que puedan regresar a la casa a cuidar muchachos.

La ex jueza iraní Shirín Ebadí (fue obligada a renunciar por los ayatolas, en 1979), premio Nóbel de la Paz 2003, se ha cansado de decir que "las leyes actuales en Irán, las leyes islámicas, no son más que una excusa para pisotear los derechos de la mujer. La religión musulmana no dice que la mujer deba estar sometida al hombre: son los gobernantes de Irán quienes hacen una mala e interesada interpretación de lo que establece el islam".

Debe ser por todo esto, que, cuando el filósofo alemán Jürgen Habermas visitó ese país, aseguró que la próxima revolución iraní sería la de las mujeres.