Friday, November 05, 2004

The roiginal version in Spanish from EL Nacional Thursday 4, November 2004


Sin duda


Mary Pili Hernández
mphelnacional@yahoo.com

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Noche de máscaras
El pasado 31 de octubre pudiera ser recordado por la historia venezolana como la noche de las máscaras, pues a aquellos que pretendieron engañar al país y manipular a la opinión internacional, valiéndose para ello de su gran poder mediático y económico, se les terminó de caer la careta. Para algunos la situación ha sido dramática, pues de tanto usar su máscara, perdieron pedazos de piel la noche en que ésta les fue arrancada.




¿Cuál abstención?
Para tratar de justificar la gigantesca derrota que les ha vuelto a propinar el pueblo venezolano a los que se han escondido detrás del disfraz democrático para convocar guarimbas, paros o golpes de Estado mediocres, han esgrimido el argumento de la abstención: “La gente no fue a votar porque no confían en el CNE, ya no cree en la democracia”.

Cuando uno escucha esto no queda más remedio que pensar en dos posibilidades: o de verdad son tan soberbios que no se dan cuenta del rosario de errores que han acumulado y que los ha llevado a que su liderazgo no sea respetado ni siquiera por sus progenitoras o, sorprendentemente, y en un acto de tozudez suprema, insisten en seguir subestimando a la gente, creyendo que los demás son estúpidos, que no tienen memoria y que los pueden seguir engañando con mentiras cada vez más huecas.

Con una simple revisión de las cifras de abstención de cualquiera de las anteriores elecciones regionales, hasta un niño pudiera ser capaz de comprobar que la participación en este proceso ha sido la misma que el promedio de cualquiera de los anteriores. Es más, ha habido elecciones en donde la abstención fue muchísimo mayor que la que hemos tenido en esta oportunidad.

El argumento que se cae por su propio.




Primero yo: partido de televisión
Entre las caretas más costosas de la historia es indispensable mencionar de primera y por larguísimo margen de ventaja, la del ultraderechista partido que para los efectos del público se conoce como Primero Justicia, pero que en el inconsciente de sus voceros tiene como nombre verdadero Primero Yo.

Como dice el refrán: “Mientras más alto volamos, más fuerte es la caída”. Pues bien, la de estos caballeritos ha sido estrepitosa, ya que su inmensa soberbia, sólo comparable con la de Rafael Caldera (lo cual es mucho decir) les hizo venderse como los “salvadores de la patria”, “la nueva oposición”, mas sin embargo, no lograron salir de los límites de Baruta y Chacao, que de paso, es donde único consiguen interlocutores que les crean. Tanto pujar, para parir una lombriz.

Queda demostrado de esta forma que este grupito, al que le queda grande el nombre de partido, sólo existe en la mente de sus cuatro dirigentes (ojo: literalmente cuatro) y en la de alguna persona que de buena fe ha creído en la costosísima campaña comunicacional que ha pretendido sustituir su falta de trabajo de calle.

No es extraño que estos políticos de televisión obtuvieran tan solo las alcaldías “sifrinas”, puesto que parecen sentir una especie de prurito o ser víctimas de urticaria cuando se les acerca alguien que no sea de su alcurnia. Por eso es que sus actos públicos no salen de estos lugares, en los cuales abundan los catiritos universitarios, nada de Catia, Caricuao y ni pensar en Carapita.

Si dividimos la inmensa cantidad de dinero que han usado para promover a su grupo y a sus cuatro líderes, entre la pírrica cantidad de sufragios que obtuvieron a nivel nacional, estos son los votos más caros de la historia.

Lo he dicho varias veces y lo vuelvo a repetir después de este vergonzoso resultado: el que quiera ser político no tiene que ser bonito, ni usar ropa fina, cuidando yuntas y corbatas. No. Hay que salir a la calle, escuchar a las personas, oler a la gente. Por eso, para que estos niños lleguen a tener algo que se parezca a un partido, necesitan subir mucho a los cerros y bajar mucho de su propio ego.




Copei: RIP
La otra máscara que cayó dramáticamente en estas elecciones regionales, ha sido la del partido que en alguna oportunidad representó los ideales demócrata cristianos.

La agonía de este partido ha sido sumamente dolorosa y prolongada.

La herida de muerte se la propinó su propio fundador, Rafael Caldera, cuando en una demostración de egolatría pavorosa, prefirió dividir a la organización antes que permitir que uno de sus líderes más competentes, Eduardo Fernández, fuese candidato a la presidencia. Saturno se come a sus hijos. A partir de ese momento, aunque hubo algunos atisbos de mejoría, el partido cayó en barrena.

Pero el ataúd ha sido cerrado por el inefable Enrique Mendoza, el mismo al que le daba pena decir públicamente que era militante de Copei, para no rayarse con cualquier vinculación al pasado. Porque según él, pertenecía a una nueva generación de dirigentes. Lo patético es que Mendoza, con sus megalómanas y ridículas aspiraciones de pretender sustituir a Chávez en la Presidencia de la República, se olvidó de ser gobernador, le dio la espalda a su propio movimiento, le cerró el camino a cualquiera que pretendiera hacer con el partido lo que él mismo no hacía y, siguiendo los pasos del fundador, buscó ser el único líder, pasando por encima de toda su gente.

Lo que logró fue cavar su propia fosa y llevarse a la tumba lo poco que quedaba de Copei.




AD: ¿y el pueblo?
Aquel llamado partido del pueblo también vio rodar su careta. Después de tener la mayoría de las alcaldías, ahora ve su fuerza regional gravemente minimizada. Por su culpa, por su culpa, por su propia gran culpa.

Acción Democrática hace rato se olvidó del pueblo, pero desde el 2001 para acá, más que olvido ha sido amnesia. Les gustó demasiado marchar por Altamira y Chuao. Le agarraron el gusto a la política de restaurantes y les dio fastidio seguir subiendo cerro. Cayeron en la trampa de que ese trabajo se puede hacer desde la televisión.

AD se dejó usar de una manera tan patética, que han dejado en ridículo los 63 años de experiencia política que llevan en su espalda.

La ensalada de egos de la Coordinadora, utilizó la maquinaria de AD, la única que medio servía entre todos esos grupitos, para movilizar el aparato electoral que necesitaban para intentar sacar a Chávez.

Mientras AD ponía la gente, ellos ponían sus caras bonitas y bien maquilladas para declarar ante los medios. Cuando AD se dio cuenta de esto, ya el mal estaba hecho.

Este concubinato contra natura le ha costado a AD perder la mayoría de sus alcaldías y ver sus fuerzas dramáticamente mermadas. Si hoy pueden proclamar que siguen siendo la primera fuerza de la oposición es simplemente porque los otros nunca existieron, pero la verdad es que el terreno ganado por los revolucionarios será imposible de recuperar. Se impone la autocrítica.




Contraloría social
En cuanto a los candidatos bolivarianos, que hoy se sienten triunfantes y victoriosos, muy bien, pero llegó la hora de trabajar. Como dijo el Presidente:
combate feroz en contra de la corrupción y de la burocracia, y lucha constante por la eficiencia.

Ya ganaron, ahora a construir la patria, sin excusas, porque si no cumplen con sus responsabilidades, a falta de liderazgo opositor, tendremos que ser los propios revolucionarios quienes dentro de dos años recojamos firmas para su revocatorio, en el ejercicio soberano de la contraloría social.