Friday, November 05, 2004

This is the Spanish original from El Nacional on Thursday 6, November 2004

CON ACENTO

Las vergüenzas del chavismo

Milagros Socorro
msocorro@el-nacional.com
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Todos los triunfos del oficialismo en las recientes elecciones tienen
alguna explicación, menos dos: el de Acosta Carlez en Carabobo (aún si
ocurriera el milagro de que el CNE lo declarara perdedor) y el de
Gutiérrez, en el Zulia, de quien, aún en la derrota, resulta asombroso
que haya obtenido más de 10 votos. Ninguno de los dos ha demostrado una
sola aptitud para ejercer labores de gobierno y, en cambio, se han
cansado de exhibir su improvisación, falta de formación y franca
ignorancia de cuanto asunto se les ha planteado.

Veamos unos cuantos casos donde el triunfo chavista cuenta con
justificaciones para hacer más visible el contraste con aquellas
patéticas figuras.

En Miranda, Diosdado Cabello le arrebata la Gobernación a Enrique
Mendoza, a pesar de que éste era abanderado del Sí en el referéndum
revocatorio, que en ese estado resultó ganador. La primera lectura
indica que si la clase media opositora no se hubiera comprometido con la
abstención en esta oportunidad, Mendoza no estuviera ahora recogiendo
los portarretratos y las gorras para desalojar el despacho. Pero eso
implica una injusta desvalorización de Cabello como político, como
gerente exitoso y como batallador en la contienda electoral. No es
cierto que Mendoza perdió solamente porque su gente decidió dejarlo con
los crespos hechos. Mendoza perdió frente a Cabello, que era un
formidable rival, que estuvo un año recorriendo la entidad, llamando a
votar —si por él, mejor— mientras el otro se mostraba inestable en su
mensaje. No es insignificante, tampoco, que Cabello hubiera insistido en
su oferta de garantizar un trabajo conjunto con el Ejecutivo. La
comunidad, ávida de mejoras en su calidad de vida, tiene derecho a estar
harta de la confrontación y no le falta astucia al calcular que esa
dupla puede rendirle buenos frutos. Más, cuando se intuye que Cabello es
el entaparado del régimen, se sabe que tiene ambiciones y se ha
comprobado que hace las cosas bien.

Ya veremos cómo se conduce pero, de entrada, todo indica que se va a
fajar para cumplir una buena gestión y que la comunidad va a redituar el
buen saque de su nuevo gobernante.

ALGO PARECIDO OCURRE CON LA ALCALDíA MAYOR. Los caraqueños tienen una
ristra de razones para estar convencidos de que con la enemistad de los
alcaldes vecinos, el de la plaza Bolívar y el de Libertador, no gana
nadie y todos hemos perdido.

José Vicente Rangel dijo ayer que, como el Presidente tiene ese gran
carisma y esas monumentales dotes para la comunicación, siempre se va a
decir que sus candidatos ganan con él como “portaviones”. Bueno, a qué
otra cosa se puede atribuir la reelección de Freddy Bernal, el peor
alcalde que ha tenido Caracas en toda su historia.

Y qué méritos para ser alcalde puede esgrimir Juan Barreto, de quien no
se conocen credenciales, experiencia o pericias para desempeñarse como
burgomaestre de ciudad tan problemática.

Bernal ha sido el líder de las huestes vandálicas azuzadas para,
supuestamente, dar soporte al Gobierno. Y Barreto no ha demostrado en
ningún ámbito sus cualidades de gobernante, pero es que a Peña se le fue
la gestión en el pugilato por la Policía Metropolitana.

Perdió su ocasión de hacer un buen gobierno y generar provecho para la
ciudad en lo que William Niño Araque llamó “la lucha canalla” con
Bernal. Para colmo, la oposición, dejada en la cuneta por Peña, apostó
todo a Claudio Fermín, que ya es un personaje de ficción porque resulta
tan inasible como una invención literaria. Frente a todo esto, ¿merecía
ganar la oposición?
Bernal tampoco, sin duda alguna.

Pero su permanencia en ese despacho crea, al menos, la ilusión —que él
ha insuflado— de que en colaboración con Barreto pueden recoger la
basura. Más, no creo que se espere de ellos. Y visto el paisaje
posnuclear de Caracas, no es poca cosa.

EN TÁCHIRA Y EN MÉRIDA, A LA ABSTENCIÓN SE SUMA LA PROLIFERACIÓN DE
CANDIDATOS DE LA OPOSICIÓN (agravada, en el segundo, por la insistencia
en lo que ya se ha acuñado como “candidatura del pasado”, anacronismo
del que la comunidad tiene razones para estar descreída). A Carlos
Ocariz, en el Municipio Sucre, no hay duda de que lo malogró la
abstención, porque nadie, ni los mismos chavistas, le conceden a Rangel
Ávalos ningún talento ni demasiada capacidad de trabajo. El hombre es
una nulidad, amarrada en el cargo por factores que reivindican la
paternidad responsable pero nada más.

En Anzoátegui se repite el síndrome del brazo alzado. ¿Cuántos minutos
de cuña le habrá dedicado Chávez a Tarek? Muchos. Esto es verdad, pero
también lo es que sobre el desempeño de De Lima pesan graves críticas.

Este caso es digno de observación muy atenta porque Saab cometió un
error —feo, feísimo— al no condenar con toda severidad la agresión de
que fueron objeto el gobernador de Anzoátegui, su familia y la
institucionalidad misma. El silencio del entonces candidato oficialista
—que, por cierto, hubiera encontrado en este episodio oportunidad de
ejercer como poeta y demostrar que la palabra acompaña la justicia y la
nobleza— lo hizo sospechoso de complicidad con esos sucesos. Ahora está
ante al reto de ponerse a la altura del apoyo del Presidente y de
hacerse perdonar su indolencia ante la irrupción de sujetos violentos
que amenazaron con armas de fuego a los hijos de De Lima, por sólo
mencionar la más abyecta de aquellas acciones.

TODO EL MAPA, AHORA ROJO, PUEDE TACHONARSE DE EXPLICACIONES. Todo menos
los votos obtenidos por Luis Felipe Acosta Carlez y Alberto Gutiérrez,
cuyas únicas credenciales son ser militares y haber sido impuestos en
las candidaturas por el presidente Chávez.

¿Qué puede decirse de Acosta Carlez sin faltar al decoro y al respeto
que merecen todas las personas en el ejercicio del periodismo?, ¿que es
un impresentable?, ¿que todas sus intervenciones sobrepasan el ridículo
e ingresan en el terreno de la abismal idiotez? No quiero ser ruda y no
necesito leyes que demarquen mis límites.

Pero, qué puede decirse de un candidato a la Gobernación de un estado
tan importante como Carabobo, en lo humano, en lo económico, en lo
histórico, en la significación que tiene para nuestra nacionalidad, de
un hombre que se permite declarar que después de abatir mujeres, compuso
una canción que se llama “No más peleas”, y dice así: “La paz es
primordial/ para el bienestar de todos/ dejemos a un lado el odio/ que
nos tiene carcomidos/ ayudemos a los sufridos/ a los más necesitados/.
Vivamos todos unidos/ dejemos la guerra a un lado”. ¿Qué se puede decir
de este cursi desatado que propone reclutar a los enanos de Carabobo
para hacer un parque porque los enanos, por serlo, están excluidos y
nadie les da contratos. ¿Cómo puede alguien votar por este... señor?
Y Alberto Gutiérrez, interrogado con respecto a sus planes para Domitila
Flores, ha contestado que ya le habían reportado acerca de los problemas
de “esa señora” y que iba a tomar las medidas pertinentes. ¡El hombre
ignora que Domitila Flores es una parroquia! Los zulianos estuvieron una
semana muertos de risa, haciendo chacota con esto y con los muchos
lances en que el general ha exhibido su imposibilidad de hablar con
alguna coherencia...

y después varios miles salieron a votar por él. Esto sólo se explica por
una sumisión ciega y servil a los dictámenes del Ejecutivo, que puede
más que la conveniencia para la región. Qué caro van a pagar esta
pequeñez. Qué caras les van a salir estas vergüenzas.