Monday, February 06, 2006

Teodoro Petkoff Editorial in Tal Cual, February 6

¡ Uh, ah...!

Si uno se pone en los zapatos de Jorge Rodríguez puede comprender que aspire a continuar en la presidencia del CNE y ande haciendo lobby con tal fin, pero entonces ¿qué hacía en el acto del Teresa Carreño, el pasado 2 de febrero, aplaudiendo al Presidente, quien celebraba los siete años de su toma de posesión y anunciaba su propósito continuista? Ese fue un acto de clara factura electoral, donde todos los oradores, de Rangel para abajo, no hicieron sino jalarle a Chávez, y donde la propia consigna que presidía el jolgorio ( “Siete años... Por ahora” ) obviamente aludía a la intención reeleccionista. De nuevo, ¿qué hacía el presidente del CNE en un evento que daba inicio a la campaña electoral de Hugo Chávez?
El presidente del CNE —como todo el organismo— no sólo debe ser honesto sino que debe parecerlo. Es evidente que la participación de JR en ese evento y el posterior silencio del CNE ante todas las violaciones de la Ley del Sufragio en que ha incurrido el Gran Continuista, no abonan en el sentido de inspirar confianza a los electores en la imparcialidad y pulcritud del órgano rector de los comicios. Todo lo contrario. Un CNE tan visiblemente parcializado no le conviene ni siquiera al gobierno.

Ahora bien, mientras culmina el proceso de designación del nuevo CNE, por parte de la Asamblea Nacional, del que está en funciones cabría esperar una conducta que ponga coto a los abusos que están cometiendo el gobierno y sus partidos. No es que nos quite el sueño el adelanto de la campaña electoral por parte de Chávez. Es evidente que salta por encima de la ley porque siente que se le mueve el piso y que el respaldo popular se le está deshilachando. Pedirle a Chávez, ese transgresor permanente de toda ley, que se ajuste a ella, sería un ejercicio de ingenuidad, pero a quien sí hay que exigirle respeto a sí mismo y a las pautas legales y constitucionales de carácter electoral es al ente garante de ellas. No puede admitirse que el CNE contemple impertérrito la catarata de cuñas electorales que el canal 8 transmite diariamente. No puede admitirse que el CNE no se pronuncie ante la participación totalmente ilegal de los organismos públicos en la campaña electoral.

Por este camino no puede sino profundizarse la desconfianza de la población en el voto. Se equivocan quienes creen, en el gobierno, que sólo los opositores se abstendrían caso de que el proceso electoral esté visiblemente viciado. Muchos votantes del chavismo saben que con un CNE sesgado a favor del gobierno no vale la pena tomarse la molestia de ir a las urnas. ¿Para qué, si el CNE se encargaría de todo? El interés de contar con un CNE confiable no es solamente de los opositores. Es de todos. El chavismo común y corriente no querría ganar con trampa. También aspira a juego limpio. Si Chávez quiere competir, que lo haga en buena lid y no con manoplas dentro de los guantes ni con el árbitro vendido a su favor.