PEDRO LLORENS
La Sociedad Interamericana de Prensa tiene razón, de bola que tiene razón, cuando denuncia las constantes amenazas y los atropellos contra los medios independientes y el uso discrecional de mecanismos legales para obstruir el ejercicio de la libre información. En cambio, no tienen razón, de bola que no la tienen, los conferencistas "tarifados" (es el término que suelen usar) que participaron en el gubernamental Encuentro Latinoamericano contra el Terrorismo Mediático, empeñados en exponer teorías sobre... lo que no practican: libertad de expresión, información veraz, derecho a la información y ética periodística. Viejos totalitarios, aunque estén recién salidos del armario.
Claro que pudiera no tener razón la SIP, de bola que no la tendría, y en cambio sí pudieran tenerla los expertos en terrorismo mediático, de bola que la tendrían, si viviéramos en uno de esos muy pocos países donde la noticia de un perro muerto por sobredosis de perrarina puede llegar a conmocionar a la población y hasta provocar las más descabelladas interpretaciones, incluyendo la de que obedece a una campaña de desestabilización del editor, siguiendo instrucciones del imperio, por parte de algún inevitable ultroso.
Pero en la capital del imperio bolivariano (chavista) -donde unos policías apresan a un motorizado herido (por ellos) y lo rematan por llamarse Maikol y ser marginal, lo que no tiene la menor importancia, como decía Arturo de Córdoba, porque en la mente de los más altos funcionarios la cifra de muertos por la violencia delincuencial y policial (los índices no varían mucho) es siempre ínfima en relación con el número de los que quedan vivos- es obvio que el periodismo independiente (o militante, en todo caso plural) es indispensable, aunque aparezca contaminado de algún tipo de intereses.
Y es que del otro lado no hay información buena ni mala: sólo los desbarres, los insultos y las descalificaciones del ciudadano Kane de Sabaneta, dueño de seis canales de TV, infinidad de emisoras, titipuchal de publicaciones, una agencia de noticias y una inmensa red digital, para quien la muerte de siete recién nacidos en la Maternidad tiene que ser, a juro, producto del terrorismo mediático, infiltrado por la CIA y subvencionado por el imperio.
El gastado y aburrido predicador de las cuatro raíces: fascismo, bolivarianismo, populismo y fidelismo, decidido a no creer nada de lo que se dice o denuncia, alcahuetea la terrofagia de los Chávez en Barinas, hace investigar al diputado regional que los acusa, repone en los puestos de mando a los derrotados del PSUV y libra a Isaías Rodríguez, acusado de manipular el caso Anderson.