The Tal Cual editorial about abuses of power in administering the help for the victims of the Vargas 2 disaster.
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Jueves 17 de Febrero de 2005
TalCual
Caridad con uñas
Escuche el editorial de hoy leído por
TEODORO PETKOFF
En la Biblia está dicho: que tú mano izquierda no sepa lo que hace la derecha. La sabiduría del común lo condensa en un refrán: Haz bien y no mires a quien. La solidaridad humana adquiere todo su pleno sentido cuando es generosa, cuando quien la brinda no espera nada a cambio. Pero existe una versión perversa de la solidaridad que es esa que los venezolanos denominamos “caridad con uñas”.
Cuando en uno de los centros de acopio en Petare se obliga a quien se presenta con paquetes solidarios a aceptar que se pegue en estos una etiqueta con el logo del MVR, antes de enviarlos a los damnificados (y si no, “llévate tu vaina” ), estamos en presencia de caridad con uñas. Cuando en la sede de una institución oficial en Mérida es demorada durante horas la salida de los materiales debidamente empaquetados, en espera de la llegada del gobernador para tomarse la fotografía que ya veremos en los afiches electorales, estamos en presencia de caridad con uñas. Cuando la Guardia Nacional impide en algún lugar la distribución de material de ayuda por parte de quien no vista una franela roja o una cachucha del mismo color, estamos en presencia de caridad con uñas. Cuando el canal 8 transmite muchas veces al día una cuña en la cual un damnificado agradece “al presidente Chávez” la ayuda recibida, estamos en presencia de caridad con uñas. Los ejemplos en este sentido se aglomeran en nuestra redacción.
El aprovechamiento politiquero de la solidaridad, el abuso de confiscar la generosidad de todos para beneficio político del partido de gobierno y de sus funcionarios, la utilización descarada de las instituciones del Estado con propósitos sectarios de proselitismo político, en momentos en los cuales los beneficiarios de la ayuda atraviesan por la enorme desgracia de haber perdido viviendas, bienes y vidas de familiares y/o vecinos, constituye una conducta francamente miserable, absolutamente inmoral, que no puede sino llenar de indignación. Lo único que nos falta es que la ayuda se distribuya previa consulta a la infame lista del diputado Tascón.
¿Qué tiene que ver ese comportamiento, el de la caridad con uñas, con el humanismo revolucionario que se pregona? El gobierno está obligado a actuar, a poner en tensión todas sus fuerzas para hacer frente a las consecuencias de una catástrofe natural.
Es su deber. No le hace un favor a la población. Para eso fueron elegidos los mandatarios. Esa es parte de la carga que impone el ejercicio del poder. Para el Gobierno los destinatarios de su acción no pueden tener color político. Es sobre todo frente a una fatalidad cuando el Estado y el Gobierno están más constreñidos que nunca a tener conciencia de que lo son de toda la nación y no sólo de una parte de ella. El Gobierno no tiene porqué esperar -y mucho menos exigir- ninguna clase de retribución política de los damnificados a los cuales ayuda, más allá del natural agradecimiento que todo ser humano que vive horas de aflicción debe a quien le tiende una mano. Pero dar con una mano una botella de agua y con la otra exigir un voto es francamente indecente.
© 2002. Editorial la Mosca Analfabeta C.A.
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