Wednesday, May 18, 2005

Forbidden to talk about PDVSA

Teodoro Petkof, Tal Cual editorial of Tuesday 17, May 2005


PROHIBIDO hablar de Pdvsa


El Presidente volvió el domingo, a propósito de las observaciones críticas que se hacen al desempeño de Pdvsa, con el disco rayado de la “conspiración mediática”, del “golpismo” promovido por los “lacayos del imperialismo”. ¿No sería más cómodo que el gobierno se quite la careta y establezca censura sobre toda información u opinión en relación con la cuestión petrolera? Lo que está haciendo, al descalificar de esa forma el debate crítico sobre Pdvsa es chantajear la opinión no complaciente, tratar de inhibirla o coartarla, en un tema que ha sido el propio gobierno y sus alabarderos quienes lo han colocado en el centro del debate nacional y al cual, por lo demás, no puede ser ajeno ningún venezolano preocupado por la suerte de su país.

Se puede entender, en el caso del gobierno, que el picado de culebra se asuste de un bejuco, pero
¿quién reveló que hay dificultades de producción en Occidente y que extraemos cien mil barriles menos de lo que debiéramos?
Hugo Chávez.
¿Quién habló de que se había descubierto un foco de corrupción, también en Occidente? Rafael Ramírez.
¿Quién ha denunciado tracalerías con la contratación de personal?
Sindicalistas chavistas.
¿Quién ha reconocido que ahora Pdvsa opera a través de traders, contrariando su propia normativa sobre comercialización y favoreciendo con ello fantásticas corruptelas?
Asdrúbal Chávez, gerente de comercialización de Pdvsa.
¿Quién investiga a Citgo?
Una comisión de la Asamblea Nacional en manos del MVR.
¿Quién apunta a cada rato que las cifras de Pdvsa no cuadran con las del Banco Central?
Maza Zavala.
¿Quién ha dicho que Pdvsa es un “dolor de cabeza” ?
El contralor Russián, en uno de los raros momentos en que salió del letargo.

¿Entonces? Lo que sí es cierto es que otros, con todo derecho, porque “Pdvsa es de todos”, y a todos nos interesa, hemos investigado y ahondado en los avatares de Pdvsa, no pocas veces partiendo precisamente de datos provenientes del oficialismo.

Si el gobierno no quiere que pescadores en río revuelto se aprovechen del inocultable desastre de Pdvsa –lo cual, sin duda, siempre es posible, no lo vamos a negar– maneje bien a la gran empresa.

Comience por reconocer que la hecatombe post paro ha tenido resultados catastróficos en la eficiencia de la empresa. Sin duda que el paro dañó seriamente a Pdvsa, pero peor que el paro fue el despido posterior de la mitad del personal de la empresa. El gobierno tenía todo el derecho a tomar medidas contra los dirigentes del paro. Esa es una regla de juego obvia, que acepta todo el que se acerca a la candela. Pero, ¿qué sentido tenía despedir 20 mil trabajadores, por mucho que hubieran participado en el paro, a sabiendas de que eso desmantelaría departamentos enteros de su administración? Hoy se están pagando las consecuencias de tamaña sangría.

Las cuentas no cuadran porque no hay quien las sepa sacar. La producción se cae en Occidente porque ya no está la gente que sabe operar los pozos más viejos.

Florecen las corruptelas porque para sustituir a los que salieron fue contratada no sólo gente sin experiencia petrolera sino maleada por años y años de prácticas corruptas en otros ámbitos de la administración pública y para la cual Pdvsa ha sido un botín. Para colmo, el ministro que debe controlarla, es a su vez presidente de la empresa. Paga y se da el vuelto. ¡Qué manguangua!

En lugar de andar buscando agentes de la CIA hasta debajo de las piedras, Chávez debería hacer una revisión autocrítica de su propio desempeño como jefe de la administración pública. Nadie puede utilizar en su descargo sus propios errores, pero tampoco puede fabricar chivos expiatorios.