Saturday, May 14, 2005

La tasconería generalizada

Article published in El Nacional, Thursday May 12, 2005, by Milagros Socorro


La tribulación de Luis Tascón no puede sino mover a la piedad a quien lo ve corriendo de un lado a otro para atraer un poco de conmiseración que lo alivie de una certeza: ya no es nada. Al ser arrojado de la organización que le permitió la ilusión de creerse alguien y parte de algo, se quedará solo, con sus capacidades, con sus talentos, con las pericias que ha desarrollado en su vida, es decir, quedará sin nada. Totalmente inerme, suplicando a sus ex aliados un poco de atención, un poco de condescendencia, algún negocito que le permita un buen pasar. Es improbable que algo de eso ocurra. Tascón no es nadie.

Nunca fue nadie. Ahora ha regresado a la nada de donde partió. Y no estará solo en su destino. Como han observado algunos analistas, todo parece indicar que se ha puesto la primera piedra para la autopista de los execrados y cabe prever que muy pronto esa vía estará congestionada de “revolucionarios” caídos en desgracia. Veremos enmudecer a los gritones y regresar a los necios convertidos en embajadores por el birlibirloque de la revolución más desalentada de la que se tenga noticia.

Veremos rodar a funcionarios hinchados de un poder que sólo han usado para el fracaso y para su enriquecimiento, claro está. Y veremos cómo son sustituidos por otros, igualmente improvisados, igualmente voraces, igualmente cegados por la ignorancia, la rapacidad, la altanería y la crueldad (que han sido las marcas más visibles del desempeño de los “revolucionarios” en el poder).

NO HABRÁ MIRAMIENTOS PARA LOS CAÍDOS. NO HAY TIEMPO PARA DETENERSE EN SUS PATÉTICOS ALEGATOS. EL TRAPICHE SE HA PUESTO EN MARCHA y necesita para su funcionamiento un combustible que encontrará en abundancia:
la sangre de los incómodos, los que hasta ayer fueron útiles, los que ya pisaron su fecha de vencimiento, los que no son nada.

Pero el desbarranco de Tascón no sorprende a nadie. Varios lo advirtieron en la prensa: Chávez no mandó a enterrar la lista de Tascón sino al propio Tascón. Manuel Felipe Sierra evocó a propósito de la defenestración del tachirense el procedimiento del condón (se usa y se bota) que el jefe de Estado reconoció acatar como conducta inveterada.

Pero no hay que distraerse de lo esencial. Desde luego, el espectáculo del autor de la perversa lista que destrozó la vida de tanta gente, acabado y jeremiqueante, aferrado a los pantalones de William Lara, que apela a una justicia que le negó a millones, puede resultar gratificante para un país sometido a la doblegación diaria.

Incluso puede tener cierta comicidad esa escena del poderoso de ayer reducido en apenas unos días a una sombra que se escurre por la trastienda para eludir la rueda de prensa que le ordenaron suspender... han sido demasiadas las humillaciones, permítasenos esta sonrisita que se niega a disiparse del rostro tantas veces abrumado por la desazón.

PERO, INSISTO, EL SHOW DE TASCÓN DESNUDADO EN SU ESENCIA DE POBRE MUCHACHITO DEL PÁRAMO NO DEBE DISTRAERNOS DE SU ESPALUZNANTE CORRELATO. Lo verdaderamente terrible es que, lo que Chávez le ha hecho a su lacayo ahora cesanteado, es exactamente lo que le hace al país.

Venezuela le es útil a Chávez en su proyecto de liderazgo internacional, así como la lista de Tascón sirvió a unos propósitos en su momento.

Toda Venezuela es Tascón, todos los recursos de Venezuela son Tascón, el petróleo de Venezuela es la quintaesencia de lo tascón. La tradición democrática de Venezuela, ahora en tan grave amenaza, es Tascón para Chávez: un instrumento útil para legitimar sus acciones, que, paradójicamente, deben culminar con la destrucción de esa democracia.

Basta asomar la nariz fuera de las fronteras de Venezuela para darse cuenta de que ésta es para Chávez lo que la gran finca familiar es para la segunda generación de propietarios, la que no se ha bregado su prosperidad, que percibe el hato como un lugar insidioso, conflictivo y hediondo a bosta de vaca, pero del que emanan, faltaba más, los millones necesarios para comprarse apartamentos en las más bellas avenidas del mundo o para pasarse las tardes al calor de la chimenea en los albergues de esquí.

Con los dineros del hato nacional, Chávez ha procedido como la heredera malcriada que todos los días regresa con bolsas donde se leen los nombres de los diseñadores más chic, y que da propinas espléndidas a sus manicuristas. En un contexto de crisis de las empresas periodísticas en Francia, para poner un ejemplo, Le Monde Diplomatique acaba de adquirir un edificio para convertirlo en su sede. Mientras tanto, buena parte de las empresas periodísticas francesas hacen malabares para no proceder al cierre, venden acciones o pactan fusiones y, desde luego, despiden a trabajadores por decenas. Ah, pero Le Monde Diplomatique ha convocado un concurso para elegir un arquitecto que remodele su edificio recién comprado. Pero, ¿cómo? ¡Un semanario que nunca ha dado precisamente ganancias, ahora estrenará suntuosa sede! ¿Quién paga ese edificio y todos esos lujos? Todo París lo da por hecho: lo ha pagado Venezuela.

¿EVIDENCIA ESTO ALGÚN MÍNIMO RESPETO O, INCLUSO, SOLIDARIDAD POR UN PAÍS INMERSO EN UNA DOLOROSA SITUACIÓN DE DIFICULTAD ECONÓMICA PARA LAS MAYORÍAS?
Desde luego que no. Evidencia que Venezuela es saqueada criminalmente para pagar favores, para financiar campañas de propaganda en el extranjero, para empedrar el camino hacia la preponderancia internacional de Chávez.

Los recursos de la república están a disposición de una sola persona, que los gasta a espuertas con el objeto de financiar su delirante obsesión personal. Y para ello cuenta con muchos Tascón. Todos los que acolitan esa estafa monumental son espejos del vergonzante Tascón, ahora de teléfono apagado para que no lo alcance el ensordecedor zumbido del silencio porque no ha de llegarle la llamada del perdón y la reivindicación.

Las enormes sumas del soborno no se han distribuido solamente en el extranjero, por supuesto. Son muchos los millones depositados en las cuentas de venezolanos que han puesto sus conciencias en la plaza del mercado para esperar un buen postor.

Los tascones que permiten la carrera demencial de Chávez, que le sirven de operadores, que le hacen la tarea y sacan por la mañana las bacinillas debajo de la cama no están allí por ideología ni atraídos hasta la entrega amorosa por el carisma de su líder.

Ese tasconaje está ahí porque sus servicios han sido pagados con oro.

Todo es tan bajo, tan retorcido, tan perverso, tan tascón, que no puede terminar de otra manera.

Sólo nos queda esperar que un país convertido en herramienta útil de un autócrata despilfarrador, no termine castigado por ese triste papel como le ha ocurrido a la horrible metáfora de nuestra decadencia, el pobre Tascón.

Eso no ocurrirá si aún queda alguna justicia en el mundo. Venezuela no merece sino un viraje de la actual tiniebla porque aunque efectivamente se ha desatado en su seno la tasconería, también es cierto que se cuentan por millones –Tascón, de hecho, hizo la cuenta con la ayuda de Jorge Rodríguez, y perdonen la redundancia– los venezolanos que están plantados en la defensa de la democracia y la decencia. Y lo hacen porque quieren. A ellos no les pagaron.

En esa entereza es preciso persistir.

Todos terminan cosechando lo que han labrado.